Te me antojas.

Te me antojas.

No así, vulgar y fríamente, te me antojas en serio, de deseo, como se antoja un chocolate caliente en un día lluvioso y frío, como se antoja una sombra en el camino cubierto por un sol candente. Te me antojas como al sediento se le antoja el agua.
Y te diré cómo para qué te me antojas...


Como para pasar domingos contigo, de esos domingos en los que salir de la cama o quitarse la pijama está prohibido, que es obligatorio ver películas y consumir calorías y quemarlas como sólo nosotros sabemos. Te me antojas como para pedirte que me hagas tres quesadillas en la noche, cuando tenga hambre y no queramos salir de casa.
Como para apestar la casa de olor a palomitas si son películas, o a carbón si queremos bailar, por cierto, también para eso, para bailar desde salsa hasta tango y en las mejores noches kizomba.


Para desatarte el nudo de la corbata después de una reunión de negocios, para hacer rodar las mancuernillas que me estorbaban más que tu camisa durante la cena, pero debía comportarme delante de todos. Para abrazarte, llenarte de besos cuando regreses del gimnasio, sudado y también para derretirme con tu perfume cuando debimos irnos de casa hace media hora. 

Te me antojas como mi rompe vientos en la nieve y mi pareo en la playa. Como para acampar improvisadamente y de vez en cuando derrochar en categoría especial o gran turismo. Para nadar en ríos fríos y brindar contigo en el jacuzzi. Porque eres así, puedo contigo contemplar el atardecer o apreciar la luna, contar estrella o ver formas en las nubes y también discutir sobre negocios, escuchar tus celosos consejos o sorprenderme con tus exhaustivos análisis. 
Para viajar en primera clase o para mochilear, para ir al teatro o a ese barecito de mala muerte. Te me antojas para pelear porque nunca estas a tiempo, para hacerte quedar mal frente a tu mamá y disfrutar el regaño. Para tratar de entender tu repentina reacción, para enviarte un mensaje recordándote lavar los platos o para preguntar cuántas cervezas quieres. 
Te me antojas tanto como el salmón, el vino, el queso o la champagne, como viajar en carretera, con buena música y tu mano al volante. Te me antojas como para ir al cine o no verte este fin de semana, para dormir en tu pecho y que despiertes en mi espalda. 
Te me antojas frente a mi lente, en la cima de mi inspiración y para hablarte con amor. Te me antojas como compañero de resaca y contrincante en los juegos. Como vecino de almohada, compañero de ducha, amante de planta y enemigo en gotcha. 
Te me antojas como razón para escribir, para ser tu musa, para adivinar la música que quieres escuchar, para discutir y reconciliarnos.
 ¿Sabes? Creo que en realidad se me antoja el maridaje de tus ojos y tu sonrisa, como que es el paisaje que quiero ver los domingos en la mañana.
Te me antojas como para verte solo un día, o quedarme junto a ti, toda la vida... 


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